“Todo es fresco. La salsa la hago yo misma y el pique. Todo, todo está hecho por mi mano. Los ingredientes que yo puedo traer de Puerto Rico, realmente, están en mi comida”. FOTOS/Génesis Dávila Santiago

Entrevista a Frances Román, dueña del restaurante Cocotazo en Spanish Harlem

Ella recientemente abrió su restaurante, que incluye comida tradicional de Puerto Rico y una estética que hace alusión al país caribeño

MANHATTAN — En Puerto Rico, la palabra “cocotazo” es parte de la jerga. Se refiere a un golpe en la cabeza que la niñez, comúnmente, identifica como señal de alerta. Como cuando a uno le dicen, “Amárrate el pelo, si no, te voy a dar un cocotazo”. Esa frase era la que usaba la abuela de Frances Román, una puertorriqueña de Toa Baja, cuando esta se aproximaba a la cocina con el cabello suelto. 

Casi 33 años después de las lecciones de la abuela en Puerto Rico, Román abrió su restaurante llamado “Cocotazo” en La Marqueta en el East Harlem. Su decoración le distingue de los espacios aledaños al restaurante. Personajes folclóricos llamados “vejigantes” decoran las paredes en conjunto con cuadros creados por diversos artistas del archipiélago caribeño. El menú incluye comida tradicional como los pasteles puertorriqueños, que aprendió de la mano de su abuela, pernil, alcapurrias, entre otros. 

Con esta apertura, la puertorriqueña aporta al 12% de hispanos y 28% de mujeres que lideran restaurantes en Nueva York, según la Asociación Nacional de Restaurantes. Ahora, la mujer de 42 años y residente de Nueva York apuesta a que su espacio devuelva a la memoria los años en que La Marqueta era ocupada por casi 500 vendedores puertorriqueños, de acuerdo con el New York Times, y que, con el tiempo, se redujeron drásticamente. Para Román, la apertura de Cocotazo es un acto de resistencia. 

Esta entrevista se realizó entre español e inglés, pero fue editada y traducida al español para efectos de claridad. 

Antes de lanzar el restaurante, trabajó en el campo de seguros. ¿Cómo fue el momento en que dijo: “Voy a lanzar mi restaurante”?

Yo creo que fue un poquito antes de COVID. Yo estaba en Puerto Rico y me sentí como si no estuviera viviendo. Me sentía muy triste y… en mi mente, sentía como si me estuviera faltando algo. Y dije: ‘Tengo que hacer algo que me apasione, que me haga sentir viva’. En ese momento, salí del hotel [donde se quedaba durante su visita a su país natal], fui para la finca de mi familia y empecé a arrancar y a probar de la tierra a la boca. Fue como despertar. Y dije: ‘voy a regresar [a Nueva York], voy a dejar mi trabajo’ y…eso es lo que hice.

¿Qué hace diferente a Cocotazo?

Todo es fresco. La salsa la hago yo misma y el pique. Todo, todo está hecho por mi mano. Los ingredientes que yo puedo traer de Puerto Rico, realmente, están en mi comida. 

¿Cómo describiría su relación con Puerto Rico? 

A mí, me encanta…Cada tres o cuatro meses yo voy para allá porque tengo familia que vive todavía allí. Y más, el ajicito y el culantro yo lo busco de mi familia que tienen una finca en Lares. Se llama JM Farm. Aquí, tengo los retratos [señala una de las paredes de su restaurante]… de la finca de la familia. El achiote también viene directamente de Puerto Rico, de Lares. 

¿Por qué decidió incluir en un espacio del restaurante artefactos que hacen alusión a Puerto Rico?

Yo quiero que todo el mundo se sienta como si estuviera en Puerto Rico…El arte es de gente de Puerto Rico…Yo quiero que la gente vea que no solo estamos hablando de Puerto Rico, es que somos Puerto Rico. 

“Estoy aquí siete días a la semana porque lo amo, es mi sueño y soy una persona que tiene que luchar, tiene que trabajar, yo quiero que la gente vea eso”.

¿Por qué abrir un restaurante puertorriqueño en La Marqueta cuando la comunidad puertorriqueña en el East Harlem se ha reducido y los comercios en La Marqueta también? 

La razón por la que yo regresé para acá fue por la historia, porque antes, cuando los puertorriqueños vinieron de Puerto Rico para New York, vinieron para acá [para La Marqueta en El Barrio]. Y este lugar era donde usted podía conseguir su plátano, su dulce, su pique, sus pasteles. Vamos a decir, no quiero que me salga como si fuera racista, pero la gente blanquita está viniendo aquí y está empujando lo hispano para afuera y yo dije: ‘aquí no, aquí nos vamos a quedar’. Traje el restaurante para que la gente todavía tenga la comida puertorriqueña. Estoy aquí, no me voy… Con fuerza me voy a quedar.

En las redes sociales de Cocotazo, usted se ha expresado abiertamente como perteneciente a la comunidad LGBT+. ¿Cómo visualiza el rol de la diversidad dentro de las posiciones de liderazgo, incluyendo a las mujeres? 

No es solamente para LGBT, es para todo el mundo; para las niñas, las mujeres. Yo vengo de una familia como quien dice, no voy a decir pobre, pero no tenía mucho…Esto es para que las niñas me vean, para que digan: ‘yo lo puedo hacer’…Estoy aquí siete días a la semana porque lo amo, es mi sueño y soy una persona que tiene que luchar, tiene que trabajar, yo quiero que la gente vea eso. 

¿Cómo se proyecta en el futuro? 

Quiero un segundo restaurante. Yo quiero ser conocida como una de las mejores chefs puertorriqueñas. Esa es mi meta y no me detendré hasta que lo sepan.